La mirada de la señora con gel

La joven señora de colores claros me miraba con punzones que taladraban, pero no decía nada, simplemente medía con una reglita pequeña sobre la pantalla, y volvía a girar sobre mi tripa su mano, y miraba y giraba y medía.

Cuando le pregunté me dijo que no hablara, que yo debía estar callado, pero yo por dentro gritaba sin sonido y ella me taladraba con su aparato. 


Dejó de girar su mano y me tendió un amplio papel para que me limpiara de gel mi barriga.

—¿Qué tal está mi corazón dilatado? —le pregunté.