Un metro cuadrado en la cárcel
Ésta es la puerta, y detrás el paraíso del patio. Nuestras cosas, todo lo que nos pertenece se esfuma.
La puerta es la puerta, puerta de la metáfora, puerta del cuento, puerta que purifica a septiembre, puerta que lleva los campos a la génesis del trigo.
La puerta no tiene puerta, pero yo puedo acceder a mi salida, enamorado de lo que veo y no veo. ¿Tanta gracia y belleza en la tierra y la puerta no tiene puerta?
Mi celda no ilumina más que mi interior. Que la paz sea conmigo, y paz al muro de la voz.
Para alabar mi libertad he compuesto diez poemas, aquí y allí.
Amo las migajas de cielo que se infiltran por el tragaluz de la cárcel, un metro de luz donde nadan los caballos y las pequeñas cosas de mi madre, el perfume del café en su ropa cuando abre la puerta del día a sus gallinas.
Amo la naturaleza entre otoño e invierno, a los hijos de nuestro carcelero y las revistas esparcidas por las aceras lejanas.
He compuesto veinte canciones satíricas del lugar donde no hay espacio para nosotros.
Mi libertad: ser lo contrario de lo que quieren que sea.
Mi libertad: ampliar mi celda, continuar la canción de la puerta.
Puerta es la puerta.
La puerta no tiene puerta pero yo puedo acceder a mi interior...