
En España no existe un red de psicólogos sociales suficientes a través de la Seguridad Social, y poder acudir a un psicólogo es labor muy compleja, también en la medicina privada pues en España no hay costumbre de acudir a estos profesionales como en otros países, ni existe la creencia de que sus consejos sirvan realmente para cambiar la forma de ver la vida.
Los españoles acudimos a la psicología o psiquiatría tarde y mal, lo que hace que cuando recurrimos a ella los problemas ya estén muy asentados y sean enfermedades y no dolencias, que requieran un tratamiento más serio.
Como además no hay una red suficiente de profesionales, se recurre en muchas ocasiones a la química como herramienta más rápida, controlada por el médico de familia y no por el psiquiatra.
No es que en España seamos más torpes para resolver nuestros problemas mentales, sino que el sistema de resolución de problemas es absurdo por llegar tarde a los problemas.
Recurrimos con demasiada facilidad a la pastilla, y somos en muchas ocasiones incapaces de plantearnos la vida de otra manera y analizar si no es mejor cambiar algunos aspectos de la misma.