Cuando hablamos de literatura surrealista hablamos de sueños hechos realidad en frases, de historias que pasan de dentro de nuestra cabeza a ser representados para su lectura ante todo tipo de personas, también las que nunca los entenderán.
Es igual, lo importante de la literatura surrealista no es conseguir que sea trasparente, sino que tenga una calidad en su forma, en su construcción, en su manera de expresar ideas.
Los sueños los creamos mientras estamos dormidos, la literatura surrealista intenta crear sueños mientras estamos despiertos para ser leídos y convencernos de que podemos salir del mundo real sin cerrar los ojos.
Mucha literatura común toca elementos surrealistas en su creación pero sin ser toda ella surrealista.
Jugar con los tiempos, saltar entre realidad y ficción, imaginar imposibles pero desde situaciones oníricas. No es ciencia ficción, es jugar con la vida y la muerte, con los posibles y los imposibles, literatura ilógica pero formada, que obliga a pensar en lo que no se dice, que exige buscar dobles intenciones, abstracciones escondidas que desean aparecer.
La literatura surrealista es mentira, una auténtica mentira.
Los sueños los creamos mientras estamos dormidos, la literatura surrealista intenta crear sueños mientras estamos despiertos para ser leídos y convencernos de que podemos salir del mundo real sin cerrar los ojos.
Mucha literatura común toca elementos surrealistas en su creación pero sin ser toda ella surrealista.
Jugar con los tiempos, saltar entre realidad y ficción, imaginar imposibles pero desde situaciones oníricas. No es ciencia ficción, es jugar con la vida y la muerte, con los posibles y los imposibles, literatura ilógica pero formada, que obliga a pensar en lo que no se dice, que exige buscar dobles intenciones, abstracciones escondidas que desean aparecer.
La literatura surrealista es mentira, una auténtica mentira.