Sus más de 50 años no le garantizan el futuro, y la televisión como formato abierto está pasando por momentos de dudas, de análisis serios para adivinar su financiación futura.
Hay dudas de la calidad de la televisión del futuro, algo que ahora nos puede sonar a broma porque todos nos quejamos de la calidad actual. Nos puede parecer que nunca podría ser peor, pero en cambio si observamos cadenas y programas de países europeos con más años de televisión privada, podemos observar un caída de la calidad, ahora impensable.
Los programas se repiten, el amarillismo invade, se controla mucho el coste de las producciones, la publicidad llena todos los platós y programas tanto como anuncios directos como indirectos, se confunde cultura con aburrimiento.
El momento de la televisión actual en España es muy bueno, hay diversidad y dentro de ella, se puede encontrar calidad, el uso de la publicidad empieza a ser asfixiante, pero se soporta.
Faltan programas infantiles de calidad y culturales que además formen.
Se repiten formatos en las mismas horas para robar audiencias, pero siempre es mejor esto que observar programas sencillitos de debates con personas gratuitas, que invaden algunas cadenas europeas. Nada hay más barato que poner a personas con ganas de hablar delante de una cámara en un plató de cartón, durante horas aburridas. Y podemos caer en este problema.
Hay dudas de la calidad de la televisión del futuro, algo que ahora nos puede sonar a broma porque todos nos quejamos de la calidad actual. Nos puede parecer que nunca podría ser peor, pero en cambio si observamos cadenas y programas de países europeos con más años de televisión privada, podemos observar un caída de la calidad, ahora impensable.
Los programas se repiten, el amarillismo invade, se controla mucho el coste de las producciones, la publicidad llena todos los platós y programas tanto como anuncios directos como indirectos, se confunde cultura con aburrimiento.
El momento de la televisión actual en España es muy bueno, hay diversidad y dentro de ella, se puede encontrar calidad, el uso de la publicidad empieza a ser asfixiante, pero se soporta.
Faltan programas infantiles de calidad y culturales que además formen.
Se repiten formatos en las mismas horas para robar audiencias, pero siempre es mejor esto que observar programas sencillitos de debates con personas gratuitas, que invaden algunas cadenas europeas. Nada hay más barato que poner a personas con ganas de hablar delante de una cámara en un plató de cartón, durante horas aburridas. Y podemos caer en este problema.