
Una coraza que nos impide entendernos bien, que nos deja desprotegidos para poder amar con más fuerza, con más ganas, con sensibilidad y sencillez. Creemos que nos protege contra los demás, y nos ataca contra nosotros mismos.
No caminamos en la búsqueda de la sencillez, nos enredamos en pequeñas diatribas y peleas absurdas que nos enmarañan. No nos gusta lo sencillo pues creemos que eso lo tienen todos y por ello ya no tiene valor.
En vez de subir mirando al frente, sabiendo que al final está la meta y el premio, subimos mirando a los lados pensando en los vientos, en los arbustos que molestan o no, en las piedras pequeñas del camino.
Si subimos con el ánimo abierto, encontraremos aire para llegar, no nos cansaremos en el viaje, nos sentiremos a gusto con nosotros.
No debemos mirar los malos colores, los aires sucios, las piedras torpes. Estarán, pero no nos deben importar.
Hoy seguiré queriendo como el primer día a los que me rodean. Seguiré recordando a los que no están. Y seguiré pensando en el presente que me prepara para el futuro.