
Sólo vamos a escribir una descripción general del sujeto elegido. Y a partir de aquí, vamos a seguir el relato con dos terminaciones de esa imagen del protagonista.
Una terminará la imagen del personaje explicando que el protagonista es alegre, abierto, muy vivo.
La otra, manteniendo la misma imagen básica para las dos descripciones, explicando una personalidad dura, agria, adusta.
Habremos creado con la misma imagen mental de un personaje, dos personalidades diferentes.
Guardaremos lo escrito en un cajón y lo reeleremos dentro de una o dos semanas.
A partir de esta lectura, juzgaremos qué personaje final de los dos está más conseguido, cuál es más natural, cuál es más creíble.
Como es lógico, se puede complementar el ejercicio sometiendo el juicio a otra persona para que lea y critique lo escrito y así tener una opinión externa, mucho más neutra.