Hoy vamos a realizar un ejercicio muy sencillo al menos en teoría, pero que nos va a servir para examinarnos y para ver cómo los personajes de ficción pueden estar vivos en toda la literatura que creamos.
Vamos a recortar una imagen de un desconocido de cualquier revista que tengamos por casa. Da igual edad, sexo o si es conocido o no, aunque en este ejercicio es mejor un personaje anónimo.
Puede ser de cuerpo entero, pero sirve mejor el rostro.
Y vamos a comenzar un pequeño relato de no más de dos páginas en donde transmitiremos al lector como es el protagonista elegido. Lo intentaremos radiografiar, fotografiar con texto, diseñar su personalidad.
Una vez escrito y repasado por nosotros, entregaremos estas hojas a un amigo o familiar. A quien después de leer lo escrito le solicitaremos que nos diga de viva voz cómo cree él que es el protagonista del relato.
Revisaremos cuánto cambia el personaje que nos devuelve el lector con el personaje que tenemos en el recorte. Con el personaje que hemos intentado plantear en nuestro relato.
No pasa nada si es mucho, incluso sería lógico que así fuera, porque sin duda todos los personajes están vivos y son construidos en la imaginación del lector.
Si repetimos la prueba con otro amigo y con el mismo texto, seguro que la respuesta que nos da es bien distinta. Habrá visto al personaje de otra manera, pues los libros, los personajes se terminan de construir en la imaginación de los lectores.
En esta otra entrada continuamos con el ejercicio.
Vamos a recortar una imagen de un desconocido de cualquier revista que tengamos por casa. Da igual edad, sexo o si es conocido o no, aunque en este ejercicio es mejor un personaje anónimo.
Puede ser de cuerpo entero, pero sirve mejor el rostro.
Y vamos a comenzar un pequeño relato de no más de dos páginas en donde transmitiremos al lector como es el protagonista elegido. Lo intentaremos radiografiar, fotografiar con texto, diseñar su personalidad.
Una vez escrito y repasado por nosotros, entregaremos estas hojas a un amigo o familiar. A quien después de leer lo escrito le solicitaremos que nos diga de viva voz cómo cree él que es el protagonista del relato.
Revisaremos cuánto cambia el personaje que nos devuelve el lector con el personaje que tenemos en el recorte. Con el personaje que hemos intentado plantear en nuestro relato.
No pasa nada si es mucho, incluso sería lógico que así fuera, porque sin duda todos los personajes están vivos y son construidos en la imaginación del lector.
Si repetimos la prueba con otro amigo y con el mismo texto, seguro que la respuesta que nos da es bien distinta. Habrá visto al personaje de otra manera, pues los libros, los personajes se terminan de construir en la imaginación de los lectores.
En esta otra entrada continuamos con el ejercicio.