El amor no es eterno. Ese amor que soñó y se imaginó, el que vivió en un momento dado, no es eterno.
Va cambiando, se transforma y en estos cambios puede bajar tanto que se rompa.
Lo aconsejable es ir adaptándose a los cambios, asumir que nada es eterno y que todos debemos cuidar lo que nos importa. Es cierto que en estos tiempos actuales, es más complicado asumir la inevitable, asumir los cambios de nuestras parejas, aceptar que en los cambios se pierde luz e ilusión, pero es la única manera de asegurarnos la paz interior y la lógica marcha de la vida.
El compañero de vida cambia pero nosotros también. Nosotros tenemos que asumir esos cambios pero él también, es un trabajo al menos, de dos.
Es malo discutir acaloradamente pero también tragar con todo. El respeto es fundamental, pero también el diálogo, la conversación, la empatía.
Cuando ya no es posible la convivencia en calma es inevitable la ruptura, y entonces hay que procurar que no se produzcan heridas. No sirve de nada romper por las bravas. La vida sigue y lo mejor es seguirla con calma y limpieza pero sin dejar heridas en ningún cuerpo.
Y si es necesario, acudir a un consultor, a una persona que haga de intermediario. Puede ser un amigo sincero o un profesional de la psicologia o alguien en que confíen los dos miembros de la pareja.
Va cambiando, se transforma y en estos cambios puede bajar tanto que se rompa.
Lo aconsejable es ir adaptándose a los cambios, asumir que nada es eterno y que todos debemos cuidar lo que nos importa. Es cierto que en estos tiempos actuales, es más complicado asumir la inevitable, asumir los cambios de nuestras parejas, aceptar que en los cambios se pierde luz e ilusión, pero es la única manera de asegurarnos la paz interior y la lógica marcha de la vida.
El compañero de vida cambia pero nosotros también. Nosotros tenemos que asumir esos cambios pero él también, es un trabajo al menos, de dos.
Es malo discutir acaloradamente pero también tragar con todo. El respeto es fundamental, pero también el diálogo, la conversación, la empatía.
Cuando ya no es posible la convivencia en calma es inevitable la ruptura, y entonces hay que procurar que no se produzcan heridas. No sirve de nada romper por las bravas. La vida sigue y lo mejor es seguirla con calma y limpieza pero sin dejar heridas en ningún cuerpo.
Y si es necesario, acudir a un consultor, a una persona que haga de intermediario. Puede ser un amigo sincero o un profesional de la psicologia o alguien en que confíen los dos miembros de la pareja.