
Toda ruptura es dura y traumática para ambas personas. Muchas veces la falta de diálogo hace que no seamos capaces de intentar redirigir la relación y los amplios contactos esporádicos con otras personas, hace que veamos lo bueno de los otros y lo comparemos con la totalidad de nuestra pareja que tiene sus luces pero también como es lógico, sus sombras.
Nadie es perfecto, tú tampoco.
Todos tenemos derecho a incicar una nueva vida con otras personas.
Pero a veces lo que dejamos atrás es una carga muy pesada que por mucho que deseemos no podremos desprendernos en su totalidad.
Si hay hijos en la pareja, serán estos los que más sufrirán la ruptura, pero todos los miembros se verán perjudicados. Antes de una decisión que no tenga marcha atrás, es bueno hablar incluso con la ayuda de una tercera persona neutral que haga de mediador.