Literatura abstracta. Literatura aleatoria.


El médico de barba escasa saludó a un barrendero de la sección del chico joven que miraba con interés las piernas de un arriesgado y borde anciano, que no había venido aquel día en la que el experto en inválidos demostró estar en forma, lanzando broncas sin sentido.

Aquel joven barbilampiño no había llegado todavía cuando ya se fue, y eso que sus labios denotaban un cariño especial para meterse en líos y para crear operaciones de alto riesgo, algo que ni con una bata nueva era capaz de conseguir para dejara de estar sola. Sabía que llegaría muy lejos y por eso hacía locuras sin control para demostrarse que no era tonto. No tenía dudas porque no terminaba de gustarse, lo que parecía un encanto de niña, capaz de quedarse engañada en cuanto alguien la guardaba los besos para otra ocasión más cuidada.