Cuando hablamos de microrrelato, hablamos de un cuento corto, muy corto, de unas pocas líneas o incluso de una frase. De una imagen en donde solo hay diálogo o un pensamiento del narrador que explica un golpe de luz con una pocas líneas.
Algunos microrrelatos son fabulosos, pero otro día hablaremos del microrrelato en general.
Hoy voy a dar una sencilla pista para entenderlo.
En castellano, en España, tenemos una predisposición hacia el microrrelato breve de humor, al que todos llamamos "chiste" y que es fabulosa como ejercicio de humor casi ancenstral. Sin duda un chiste es un microrrelato y a través de él, podemos entender mejor qué es esta figura literaria. Aunque un relato micro sea muchas más cosas que un chiste, pues la mayoría de ellos no son de humor precisamente.
Un golpe, una frase, una historia corta a lo sumo.
Si analizan un chiste veremos que en muchos de ellos se dan todos los ingredientes de un relato escrito, por mucho que sean trasmitidos de voz a voz y de que muchos de ellos aguanten mal su traslado al papel, sobre todo porque se acompañan de diálogo gestual.
Tienen un pequeño desarrollo que va creciendo, un narrador que explica y que según las personas varía mucho en su forma…, y sobre todo un final explosivo y tajante que es el alma del cuento, del relato corto más típicamente español.
Tenemos ejemplos de relatos muy cortos que son autenticas escuelas. Un haiku es un relato muy corto, medido y tasado exquisitamente, que aunque sea poesía sigue siendo un relato.
El microrrelato más conocido es sin duda el del escritor hondureño Augusto Monterroso que os dejo más abajo y que se titula "El dinosaurio".
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Es el ejemplo más sencillo de convertir una historia en algo diminuto, pero que a la vez nos dice todo.