E insisto en esto de leer en papel porque creo que el placer tiene medidas, y leer en papel no es lo mismo que leer en pantalla. El tacto también cuenta.
Como comentaba el otro día un buen escritor aunque con otras palabras, el libro tiene papel, tipografía y diseño, tapas y encuadernación, tiene tamaño y grosor. Incluso un libro huele a libro.
Escribir es lo mismo de lo mismo. Debemos reencontrarnos con la escritura caligráfica, manual. Volver ligeramente al menos, a escribir a mano. A una mano. Con pluma estilográfica si es posible.
Yo ya hace alguna década que empleo tinta de estilográfica. Negra o rojo sangre. La pluma tiene un tacto único, un trato con el papel inmejorable, suave, sencillo. La tinta de la pluma parece viva, tú mismo la manipulas, la llenas, la cuidas, la elijes de color y grosor.
Hay que redescubrir el placer del placer sencillo, el antiguo gozo de la sencillez, de la elección personal por las cosas que nos rodean.
Muchos de nosotros estamos rodeados de libros que nunca podremos leer. Compramos o nos regalan más libros de los que tal vez, podamos leer nunca. Pero poseer un libro es un lujo de afortunado, por eso debemos platicar sin miedo, que los libros en papel son un gozo a cuidar.
Mañana me voy a comprar el periódico porque estoy volviendo a encontrar diferencias entre leer noticias en la pantalla y en papel. Creo que ya estoy demasiado viejo para rebelarme o tal vez demasiado anclado como para detectar que lo viejo no siempre es peor.
Mañana me voy a comprar el periódico porque estoy volviendo a encontrar diferencias entre leer noticias en la pantalla y en papel. Creo que ya estoy demasiado viejo para rebelarme o tal vez demasiado anclado como para detectar que lo viejo no siempre es peor.