Inexplicablemente quedó atrapado ella sola, y después de estar toda la primavera y verano haciendo bien su trabajo, llegó el inevitable momento de su caída y el destino no le dejó cumplir con su marcado futuro. Siguió viva después de muerta, porque quedó atrapada a la vista de los demás; porque no quedó perdida entre miles de iguales hojas en el suelo, listas para ser pisadas y recogidas.
No sabemos, ni ella ni yo, cuanto tiempo aguantará en esta posición; yo todas las mañanas la veo a través de mi ventana del trabajo y la sonrío; ella acostumbrada a las nieblas no lo hace, pero ayer brillando ligeramente por un sol que quiso pintarla, se atrevió a dar matices alegres a la alambrada.
Nunca se sabe cuando se muere del todo.
No sabemos, ni ella ni yo, cuanto tiempo aguantará en esta posición; yo todas las mañanas la veo a través de mi ventana del trabajo y la sonrío; ella acostumbrada a las nieblas no lo hace, pero ayer brillando ligeramente por un sol que quiso pintarla, se atrevió a dar matices alegres a la alambrada.
Nunca se sabe cuando se muere del todo.