Jerome David Salinger (Manhattan, 1919) falleció este miércoles en su casa de Cornish (en el estado de New Hampshire) por causas naturales, según Westberg. El literato se había fracturado la cadera en mayo pero se había recuperado bien. Sin embargo, su salud empeoró considerablemente a comienzos de este año.
Desde 1953, el esquivo escritor vivía totalmente recluido en esta pequeña localidad. Los vecinos de Cornish raras veces lo veían y nunca respondía a las llamadas o cartas de sus lectores o admiradores. Sólo rumores, ocasionales apariciones y litigios volvían a traer a Salinger a la vida pública.
No había concedido ninguna entrevista en tres décadas y, aunque seguía escribiendo, no publicaba ningún trabajo desde 1965. "Adoro escribir y le aseguro que escribo regularmente. Pero escribo para mí y quiero que me dejen completamente tranquilo mientras lo hago", declaró en su última entrevista, concedida en 1980.
El autor, que ha marcado profundamente la literatura estadounidense del siglo XX, se hizo célebre por su debut novelístico: 'El guardián entre el centeno', publicado en 1951 y protagonizado por el rebelde adolescente Holden Caulfield.
Desde su publicación, el periplo del joven Caulfield se convirtió en un 'best seller'. La obra ha sido traducida a los principales idiomas y ha vendido más de 65 millones de copias.
Pese al enorme éxito de su libro, después Salinger publicó sólo unos cuantos libros y colecciones de relatos, como 'Nueve historias' (que incluye dos de sus más famosos relatos, 'Un día perfecto para el pez banana' y 'Para Esmé, con amor y sordidez'), 'Franny y Zooey', 'Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción'.
"Salinger subrayó que estaba en este mundo, pero no era parte de él. Su cuerpo se fue pero su familia espera que siga estando con aquellos que ama, sean figuras históricas o religiosas, amigos personales o personajes de ficción", dijo su agente, en una declaración.
El escritor deja esposa, dos hijos (Matt y Margaret), además de tres nietos y su ex esposa y madre de sus hijos, Claire Douglas.
El escritor se despide fiel a su estilo. "Para respetar su deseo intransigente de toda la vida de proteger y defender su privacidad no habrá funeral y la familia pide que el respeto por él, por su trabajo y su privacidad se extienda a ellos, individual y colectivamente, en estos momentos", añadió Westberg.