Antes de llegar a esta situación de embargo hipotecario, es recomendable negociar con el banco al que le deba hipotecas o créditos, alargar la vida del préstamo para hacer posible su amortización o en el último caso, vender usted mismo el piso o bien hipotecado u otros, pues por muy bajo que sea el precio de venta, siempre será más alto que el del embargo.
En España, al contario de por ejemplo EEUU, la deuda hipotecaria no acaba con el embargo del piso o del bien hipotecado, si no que tras la subasta se hacen “cuentas” y si todavía queda una cantidad sin cubrir por la venta del piso, se sigue debiendo al banco esa cantidad.
En un embargo, la cantidad que reclaman los bancos es muy superior a lo que se debe, pues suele haber cuotas sin pagar y estas devengan unos intereses altísimos, además de que suelen cargar más intereses por los meses que tardarán en celebrar el juicio más los gastos de abogados y notarios.
Las ejecuciones hipotecarias (procesos de embargo de viviendas) han desbordado todos los datos previstos para un año como 2009, de gran crisis económica. En 2009, el Consejo General del Poder Judicial apuntó un total de 114.000 ejecuciones hipotecarias, cuando sus propios cálculos estimaban no llegar a las 80.000 ejecuciones de embargo. El balance duplica las 58.688 ejecuciones registradas en 2008, y prevé un aumento de estos procedimientos judiciales en 2010, hasta alcanzar las 120.000, según los datos elaborados por el CGPJ y recogidos por OCU.
La crisis económica ha disparado los procedimientos de ejecuciones hipotecarias que, en su mayoría, se saldan con el embargo del inmueble y su posterior subasta por la imposibilidad de hacer frente a los pagos de los créditos concedidos por las entidades bancarias.
Terminar en un embargo es en España un mal inmenso del que cuesta mucho salir.