Ni son tantos ni se les debería dar tanta importancia. La Generación Ni-Ni, españoles entre 16 y 29 años que ni estudian ni trabajan ni tienen intención de hacerlo, no supone ni el 1,7% del total de jóvenes del país. De los 7,8 millones de españoles en esa franja de edad, representan menos de 135.000. Los datos se obtienen con un simple análisis de la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2008.
La EPA divide a los jóvenes en dos grupos: activos e inactivos. Cinco millones forman parte del primero, “todos aquellos que están ocupados o están buscando activamente empleo”.
El grupo de los inactivos lo conforman los 2,8 millones restantes.De ellos, 2.250.000 son estudiantes. ¿El resto? “Aquí están los 550.000 jóvenes que muchos medios de comunicación han concluido que ni estudian ni trabajan ni hacen nada de nada”, aseguran fuentes del Instituto de la Juventud. Pero el dato es erróneo. “¿Son 'Ni-Ni' los 340.000 jóvenes que la EPA reconoce que se dedican a las tareas del hogar? ¿Son jóvenes que no estudian ni trabajan porque no les da la gana los 75.000 menores de 29 años que sufre algún tipo de discapacidad?”.
Si los cálculos no fallan, como mucho, “como muchísimo”, los jóvenes que no estudian ni trabajan ni tienen ningún proyecto de vida son los 135.000 que la EPA encasilla en el apartado “otras situaciones”. Sin embargo, en el mismo paquete quedan incluidos los que “no contestan y los que se han cansado de buscar empleo porque están desanimados y creen que no van a encontrar nada”.
Rizando más el rizo, los únicos que no han dado ninguna razón de por qué no estudian ni trabajan son 20.000 adolescentes. Según las intuiciones de los expertos, estos son los verdaderos y únicos protagonistas de la Generación Ni-Ni. “Si estas cifras son correctas, sumaría el 0,26% del total de la juventud española”. En el hipotético caso de que se incluyeran también los jóvenes que alegan no trabajar ni estudiar “por motivos personales”, la generación alcanzaría los 60.000 adeptos, “el 0,77% del total”. En el peor de los escenarios posibles, los 135.000 jóvenes que están en “otras situaciones” sumarían el 1,7% de la juventud.
“Se han concentrado un cúmulo de circunstancias que provocan que los chavales tengan un sistema de valores morales pasivo, individualista y débil”. El sociólogo de la Universidad de Navarra Alejandro Navas echa la culpa a todos: padres, profesores y sistema educativo. “A todo ello hay que añadir una permisividad desbordada y una cultura del mínimo esfuerzo”, concluye Navas.