Tengo el síndrome de duplicidad sentimental.
Me quiero mucho y no me beso porque no llego.
Pero me odio con toda el alma, no me rompo para no mancharme.
Si se lo explico a los que me rodean dirán que estoy desquiciado.
Si me lo callo, me volveré loco.
Si me obligo a elegir, dudo tanto que acabo besándome,
bueno no, últimamente me azoto.
Es más una triplicidad
pues me quiero, me odio y me desprecio.
Creo que me he pasado con la ginebra