Hay gente en la cuerda floja, aunque no esté enferma. Gente que no saldría de su edredón en todo el día si pudiera. No siempre por un decaimiento hondo, sino por un difuso y permanente malestar. Las suyas son pequeñas y diversas patologías fronterizas con la depresión. Aunque Víctor Navarro aclara que "o hay depresión o no la hay. Y en este caso hablamos de problemas adaptativos o de una tristeza generalmente lógica si a alguien le acaban de dar un palo emocional". Para un depresivo, el medicamento actúa casi al 100%; en otros casos ayuda en un porcentaje menor, no cambia sus patrones de vida. Aunque en apariencia se confundan, no es lo mismo tristeza que depresión. Incluso las personas permanentemente tristes reaccionan de forma positiva ante un regalo, una muestra de confianza o la compañía de un amigo. La depresión, por el contrario, es una desesperanza profunda: ni amigos ni placeres son capaces de removerla por sí solos.
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Conjurar la tristeza con píldoras