El trato que reciben los ancianos en las residencias privadas deja mucho que desear y sin duda, no se ajusta a los que las personas ancianas necesitan. Son, seremos, personas con todas las necesidades vitales intactas. La de la libertad, la de la posesión de un espacio privado propio, intactas.
Son muchas las residencias en las que a los ancianos se les tiene en una habitación conjunta, rodeado de personas de todo tipo, válidos, no válidos, enfermos, con problemas de movilidad o mentales ligeros, etc.
No se les deja permanecer en su habitación, sea individual o compartida, para que el control se puede hacer con menos personal.
Y las normas del Gobierno no impiden esta falta de libertad individual.
Se pagan cantidades imposibles por una residencia privada en la que se tenga una habitación individual y se disponga de libertad de entrada y salida a ella. Es vergonzoso el trato a la hora de lavarlos, de la higiene personal, en algunos casos a unas horas intempestivas para poder tener a todas las personas limpias a una hora determinada con una o dos personas atendiendo a un número de ancianos muy elevado.
La alimentación les llega fría, fuera de sabor, con pocas alternativas. Y estamos hablando incluso de mensualidad de dos mil euros.
Si hay duda, simplemente que consulten con las personas que trabajan y con los propios ancianos.
¿Deben los gobiernos, en España en concreto, revisar las normas, el gran mercado negro que se mueve alrededor de la atención de nuestros mayores?
En España hay casi ocho millones de personas mayores de 65 años. Un 30% de ellas no tiene cuarto de baño completo en su casa, sólo dos de cada 10 tienen aire acondicionado y un 64% soporta los inviernos con calefacción, el doble que hace 17 años.
El ocio principal de nueve de cada 10 es ver la televisión y el resto del tiempo lo reparten fundamentalmente en oír la radio e ir a la iglesia. Cuentan que viven mejor que sus padres cuando tenían su edad, usan poco los centros sociales aunque cada vez más, y la mitad está satisfecha con su vida. Y ahora, cuando esa vida les permite o les obliga a tener tiempo, resulta que han encontrado la paridad doméstica: las abuelas cuidan más tiempo a los nietos pero los abuelos los cuidan más veces.
Son cifras de la Encuesta de Personas Mayores, que la ministra de Sanidad acaba de presentar en Logroño. La optimista Trinidad Jiménez ve el recipiente de la vejez medio lleno, una percepción real en algunos parámetros, como por ejemplo el de la salud. Si en 1993, sólo el 37% de las personas mayores creía que tenía buena salud, en 2009 esa idea es del 45%.
Sin embargo, por sexos la cosa no suena tan bien. La brecha de género llega a la tercera edad cuando se observa que los hombres consideran que tienen mucha mejor salud que las mujeres. Más de la mitad de ellos (55%), pero menos de la mitad de ellas (37%) creen que están bien. O sea, el 63% de las mujeres mayores perciben su salud como un problema.
Los ancianos no usan mayoritariamente los servicios sociales. Los más conocidos son los centros y hogares sociales, cuyas prestaciones utiliza el 35%, una cifra no ganadora, pero que supone un ascenso respecto al pasado. Lo siguiente más consumido son las vacaciones del Imserso, de las que tira un 15% de los mayores. La ayuda a domicilio, la teleasistencia, los centros de día o las residencias son dispositivos que nunca superan el 7% de uso por parte de las personas mayores.