En la letra pequeña del test de estrés al que han sometido a los bancos y cajas de ahorros españoles se esconde la realidad del porqué no saldremos con facilidad de la crisis.
Han planteado un escenario de “gran tensión” económica, y publicitan que en ese escenario calculan que la vivienda bajaría un 23%. Aquí tenemos la cifra clave, escondida entre muchas otras. Los bancos y el gobierno no cree que vaya a bajar la vivienda mucho, lo cual es una falacia. Posible pero complicado de conseguir. También es verdad que depende mucho de lo que al final puedan o tengan que hacer las Cajas de Ahorros, auténticas pilladas por hipotecas de dudoso cobro y de préstamos a inmobiliarias y constructores.
Sin ir más lejos pero en dirección contraria se expresaba el otro día el concejal de Madrid, Pedro Zerolo, cuando pedía viviendas a mil euros el metro cuadrado. ¡Vaya cambio!
Gran parte de nuestra crisis está sustentada por las deudas privadas de empresas y particulares, de complicado cobro si las cosas se vuelven peores. Nos hemos endeudado a costa de engaños en el precio de la vivienda, en donde todos hemos participado y aplaudido. Y ahora es imposible —de momento— reconocer que nuestras viviendas está sobrevaloradas en un 30/40% sin que tenga que venir un cataclismo a recordárnoslo. Debería ser su precio natural. Y lo será si la juventud no logra encontrar trabajo, si no hay recambio de vivienda vieja por nueva en adultos de mediana edad, por la simple ley de la oferta y la demanda.
Ya se plantean algunos constructores hacer pisos mucho más baratos que hasta ahora. No todos tienen claro eso de esperar una década para ver en qué queda el precio final de la vivienda en España. Más sin turismo suficiente, que tire del mercado hacia la venta sin comparar.