El asesino y el asesinato
Tal y como destaca James, no siempre es necesario un asesinato aunque, este sigue siendo "el crimen por excelencia" que tanto llama la atención de los lectores que se involucran en primera persona en la historia. Las pruebas se van desarrollando pero 'la escena del crimen' se va describiendo, ya sea 'de mano' del propio autor de la novela como por los diálogos y lo que va ocurriendo a lo largo de la historia.
La pista sobre el misterio
Siempre hay 'algo' en la novela detectivesca que permite que el lector avance en sus hipótesis. De hecho, P. D. James lo sintetiza con una frase simple, pero que describ…
…a la perfección la idea: "Todo el mundo creyó que la reina había muerto de pena hasta que descubrieron la marca del pinchazo en el cuello". Las pistas, poco a poco se van descubriendo con el paso de la historia pero siempre habrá 'algo' que despiste al lector y que le haga 'dudar' de lo que lee. Para que sea él mismo el que analice y reflexione acerca de lo ocurrido.
…a la perfección la idea: "Todo el mundo creyó que la reina había muerto de pena hasta que descubrieron la marca del pinchazo en el cuello". Las pistas, poco a poco se van descubriendo con el paso de la historia pero siempre habrá 'algo' que despiste al lector y que le haga 'dudar' de lo que lee. Para que sea él mismo el que analice y reflexione acerca de lo ocurrido.
El contexto
Algunos novelistas comienzan describiendo el acto del asesinato. Otros, sin embargo, inician sus líneas con el descubrimiento 'del cuerpo del delito'. También hay algunos que se decantan, como la propia P. D. James, por "comenzar por describir el entorno" para poder 'meterse de lleno' en el ambiente y en el contexto sobre el que girará la historia.
"Una de las reglas sagradas es que el detective nunca debe saber más que el lector".
Sea cual sea la manera de comenzar hay que tener en cuenta que, una de las "reglas sagradas", según explica la autora de la obra, es que "el detective nunca debe saber más que el lector". Pero sí que puede ocurrir lo contrario, "que el lector sepa más que el detective". Un ejemplo de esto es que el lector sepa que uno de los sospechosos miente.
La policía y el detective
"Sin un cuerpo de policía no puede haber narrativa detectivesca", destaca P. D. James en su nueva obra citando al novelista Reginald Hill. Esto es algo, en principio, lógico ya que si el asesinato esta al orden del día no sería un hecho desencadenante de una investigación. En la llamada Edad Dorada, los autores defendían a capa y espada a los miembros del sistema policial. "Los agentes en cuestión", escribe James, "podían salir retratados como ineficaces, lentos, torpes o ignorantes, pero nunca como corruptos".
Los hombres son un punto fuerte en este tipo de novelas sobre todo en la Edad Dorada. Las mujeres en esa época no tenían cabida en la institución policial así que, en caso de aparecer en las historias, éstas eran meras acompañantes o "serviciales luchadoras por el dominio del héroe masculino".
La excepción que confirma la regla sería, por supuesto, Miss Marple de Agatha Christie. Pese a su "pequeño papel", poco a poco, con el avance de la sociedad y del rol de la mujer, ésta van adquiriendo cada vez más protagonismo en las novelas policíacas.
Hay muchos tipos de detectives. Quizás uno de los 'míticos' de la literatura inglesa sean los llamados "detectives de sillón" que, por incapacidad física o porque son "incapaces de salir del entuerto" investigaban -y resolvían- los crímenes. Ya fuera por mera intuición o por ver las pistas 'desde fuera' del caso.
El lector
Pero, quizás, lo más importante de toda historia detectivesca sea la inteligencia del lector ya que, al fin y al cabo, el relato se convierte en un "puzzle casi intelectual". Ellos son la parte más importante de la historia ya que sin ellos ni habría novela ni historia ni nadie que reflexionara acerca del asesinato, las pistas y todo lo que el detective va descubriendo con su análisis y sus investigaciones.
Fuente completa aquí. Elmundo.es