No sirve de nada discutir verbalmente fuerte y mucho menos con violencia verbal o física. La razón no tiene nada que ver con las descalificaciones ni la violencia. Aunque exista razón, verdad, una vez que se entra en descalificaciones, todo se pierde. Además la razón se compone también del reconocimiento y cuando entra la discusión no es posible alcanzar también el razonamiento y la tranquilidad necesaria para que existe reconocimiento.
Todos los temas se deben discutir, enfrentar, pero con la calma lógica de los inteligentes. Del enfrentamiento suave encontraremos el término medio, la razón, la negociación, la entrega de una parte para conseguir la otra. Discutir con violencia, de forma acalorada, no sirve…
ni para desahogarse uno, pues siempre se termina más acalorado y con menos calma, con más violencia y más sensación de seguir peleando por algo, que posiblemente no sea tan tremenda como para discutir.
Hay que mantener la calma, recogerse y pensar fríamente, estar seguro que es mejor un análisis sereno que uno acalorado y que además no sucede nada si la otra parte no nos da la razón. Es lógico y no debemos aspirar a que la otra parte reconozca su error. Al menos siempre y como meta única. En una discusión lógica plantearemos nuestras dudas y posiciones, para que la otra parte las conozca. Muchas veces simplemente con eso ya habremos logrado lo importante. No deberemos aspirar a que nos den la razón, pues muy posiblemente sus planteamientos sean de tanto peso como los nuestros. Pero si que la parte contraria conozco nuestros motivos, algunos antecedentes que pueden no conocer, los motivos de los desencuentros.
Si en una discusión se llega a un acuerdo muy bien. Si no es posible, hay que detectarlo enseguida y cejar en la pelea dialéctica. Gastar energías en un asunto que no nos conduce a ningún sitio es perder el tiempo. Dicen que una retirada a tiempo es una victoria, es casi seguro siempre. No sucede nada si uno se levanta de una mesa o de una reunión, una vez que se considera que hemos alcanzado los objetivos o la nada. Con elegancia y educación, podemos, debemos, levantarnos de la reunión y decir una verdad o una pequeña mentira en forma de despedida y dar la mano en señal de educación. Nada produce más sensación de incapacidad que sea otro quien decida retirarse de una mesa en el momento en que el contrario cree que empieza a ir ganando. Antes de que se convierta la reunión, la discusión en algo violento y desagradable, es mejor dejarla en ese punto y si es necesario, buscar otra ocasión en donde los puntos que se dejan se enfrían y se vuelven más cuerdos.