Muchos de nosotros decidimos perder el tiempo literalmente, que no es por cierto la peor forma de consumir la vida. La hay peores. Pero sin duda las hay mucho mejores. Y no las sabemos encontrar.
Consumir vida como espectador de la misma es una manera de vivirla. Pero no participar activamente en ella, no incidir en la búsqueda de caminos, de sensaciones, de contactos personales, de luces y sombras pues de todo nos encontraremos, es perder la vida para nada.
Cuando nos queden pocas semanas haríamos pactos con el diablo a costa de poder recuperar días de los perdidos, horas abandonadas sin hacer nada, periodos grises de vida que nos llevó a erróneos caminos. Pero ya es tarde, nunca es posible recobrar el tiempo perdido. Es ahora cuando si que podemos tomar decisiones, sí podemos cambiar los rumbos, tomar el mando de nuestra vida. Dependemos de nosotros mismo para muchas cosas más que para simplemente ser espectadores de nuestra vida.
Relájate, busca un lugar tranquilo y cómodo. Toma una libreta pequeña y apunta qué cosas cambiarías de tu vida actual, de tu presente. No pienses ni en tu pasado ni en tu futuro. Ahora habla solo de tu presente. Y una vez que te has hecho la lista, separa lo posible de lo imposible, lo costoso y duro de lo más sencillo y posible. Ya tienen una lista sobre la que actuar. Y si no te salen asuntos posibles es que eres muy exigente contigo mismo y no te valoras lo suficiente. Sé más real, atrévete a cambiar el rumbo. No se trata de cambiar de personas que acompañan tu vida, o tal vez si. Se trata muchas veces de pequeños cambios sustanciales para que otros muchos vengas detrás, ellos solos.
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