Muchas veces le pedimos a la vida lo imposible, más felicidad de la que se puede conseguir, más de lo que nosotros entregamos a los demás. Y no es lógico además de improbable que consigamos lo que pretendemos; por que luego y si no se consigue, hay decaimiento personal al no obtener lo que pensamos que es obligatorio poseer, defraudación mental, ansiedad y depresión.
Simplemente hemos puesto el listón de la felicidad demasiado alto.
Nos debemos conformar con lo sencillo, aunque no sea sencillo admitir esto. También en las relaciones humanas. A veces nos creemos que aunque no solicitamos nada de…
riqueza material, tenemos todo el derecho del mundo a solicitar la mayor de las riquezas posibles y además sin mesura. Pretendemos conseguir toda la riqueza espiritual de la entrega de los demás. Y no es sencillo conseguirlo. Los demás nos entregarán lo que puedan.
riqueza material, tenemos todo el derecho del mundo a solicitar la mayor de las riquezas posibles y además sin mesura. Pretendemos conseguir toda la riqueza espiritual de la entrega de los demás. Y no es sencillo conseguirlo. Los demás nos entregarán lo que puedan.
Y poco, puede ser mucho.
Pedirle a la vida más felicidad de lo que en realidad nos puede dar, creará frustración, y aunque nos entregue una buena dosis de posibles, nos sentiremos defraudados. No, a la vida en su conjunto, hay que pedirle lo básico. Y si la vida nos entrega más felicidad, más agradecidos estaremos.
Nos debería bastar con estar acompañados de buenas gentes, tener salud básica que sabemos empeora con la edad, un nivel de vida suficiente para la alimentación y la salud más un hogar mínimo, una libertad personal como la que podemos tener en cualquier país occidental, una justicia preparada por si se tuerce la vida. Poco más.
Si observamos con malos ojos la vida de los que nos muestran sus hogares en la televisión sentiremos envidia y con ella frustración. Pero esos hogares son ficticios y están en manos de muy pocas familias. Pueden y deben ser nuestra meta —aunque no sé bien para qué— pero no deben ser nunca el camino que nos convierta en felices o infelices. Y añadiré que incluso sus habitantes tienen sus problemas, sus dudas y sus ansiedades. No tiene nada que ver lo material, la posesión, con la felicidad.