Curiosamente una de las máximas para intentar estar más feliz, más a gusto consigo mismo, es sencilla. Tan sólo hay que aprender a decir que NO. Son muchas las personas que no saben decir NO.
Decir NO es también saber elegir el momento de decir NO, elegir la situación y armarte de herramientas para responder tras decir NO. Pero una vez que se aprender a decir NO, ya no se olvida de por vida. Nadie nos enseña a decir NO, curiosamente la educación que recibimos de niños es la contraria, nos obligan a decir SI con casi todo lo que nos rodea. Pero en la vida adulta es tan importante decir SI como decir NO y hay que…
reaprender esto, hay que saberse negar y hacerlo con calma e inteligencia.No sirve negarse a todo de forma sistemática. Sería el error más sencillo una vez que se aprender a decir NO y se ve que no sucede nada especial. No se trata de utilizar el NO para todo, se trata de saber utilizar el NO con las misma facilidad con la que utilizamos el SI. La misma pues aproximadamente en la vida deberíamos decir el mismo número de veces SI que NO. Enc ambio decimos mucha menos veces NO, aunque todos reconocemos a muchas gentes que nos rodean que sin decirnos NO, en realidad “hacen” un NO, que es otra forma de decir NO sin parecerlo.
A veces el silencio es también un NO. Luego también debemos, podemos, emplear los tiempos, las NO contestaciones, como negaciones a situaciones que no nos gustan.
Nadie nos obliga a responder el teléfono, a contestar un email, a acudir a una cita, a llamar por teléfono por que hace mucho que no hemos hablado con quien no queremos hablar, a realizar lo que se nos pide de malas maneras. Todos tenemos a nuestro alrededor a mucha gente que es muy hábil en la negación, en el NO hacer, en la negación pasiva, en el parece que digo que SI pero en realidad hago que NO.
Nunca debemos hacer por obligación aquello que no nos gusta, aquello que nos hace sentirnos mal. Si tenemos que hacer algo que no deseamos, como mínimo, hay que hacerlo notar, hay que decirlo.