Hoy mi hermano me presenta a su nuevo amor, una nueva cuñada en la familia. Y tengo un día para regalar a mis enemigos. Un día jodido por ser fino, por una mala bestia con babas. De esos que tantos hay en estos años de crisis, sobre todo en el respeto humano. Así que tengo que curar la moral con rapidez, ponerme la cara de bueno, disfrazarme de normal y salir a conquistar. Por que las primeras impresiones sí que son importantes.
La primera vez que mi hermano nos presento a su primera novia, fue un encuentro bueno, correcto, interesante. Era una mujer normal y nos conquistó por eso. Cuando nos presentó a la que fue su mujer nos defraudó bastante. La vimos estirada, mucho menos cosa de lo que nos habían asegurado pero con un carácter muy personal, complicado. Los años nos confirmaron esta impresión. Hoy no tengo ni idea de qué me encontraré en la reunión. Espero y deseo sobre todo, la normalidad, otra vez la normalidad simple.
¿Tanto nos cuesta ser normales, aparecer agradables ante los demás, no intentar pisarlos sino simplemente acompañarles en la vida? Espero, esperamos, tener una buena velada, reencontrarnos con la normalidad. Cada día es más difícil encontrar a gente que se desee integrar en los demás, que se deje abrazar de verdad, que se deje querer con tranquilidad por los que simplemente desean relación de amistad. Suspiraremos y solicitaremos ayuda divina, para mejorar el resultado anterior.