Me van a despedir del trabajo. Lo de menos son los motivos, lo de más el final de una etapa, el cierre del pasado, el negro color de una puerta por la que ya no voy a pasar más.
Se acaban 40 años de un oficio, y aunque me podrían quedar otro 10 más, creo que es el momento de cerrar las esperanzas anclada en el pasado, pues el dolor si uno se pone a recordar es amplio. Todo la aprendido se va al carajo, todo lo acumulado ya no sirve para nada. Uno mismo se derrota simplemente porque no quiere seguir luchando en un mercado que no le es fácil, que no le reconocerá nunca como un profesional, que no le abrazará.
Me despiden y lo asumo con dolor, pero no con derrota. Sé que he perdido, pero mi obligación es levantar la vista y seguir mirando a la vida, sacar cuentas y adaptar la vida, intentar ser feliz y hacer felices a los que me rodean. Todo se acaba, y además debe acabarse para poder iniciar nuevos retos. La vida sigue, ya lo creo que sigue y hay que prestarle atención y descaro, ganas de seguir peleando y deseos de descubrir ventanas nuevas. Se cierra una puerta pero seguro que se abrirá una ventana.