Hoy he estado con un amigo desempleado —odio decir parado— de más de 50 tacos. Está todavía en esa fase de seguridad personal, de tener claro que será capaz de encontrar un empleo estable y de calidad, aunque posiblemente distinto y en el que tenga que perder privilegios y algo de sueldo. Su santa esposa ya está jodida, lo ve desde otra óptica, con más pesimismo, con dolor. Llevaba más de 30 años en la empresa, que lo ha cambiado —con dos cojones bien puestos— por el hijo del dueño. Se despide a uno en un puesto de responsabilidad por la apuesta del hijo. ¡Jope qué tropa!
Si, tiene indemnización que tiene que negociar. ¿Y?, se acaba y con esos años y un oficio raro y en un puesto de mando intermedio es muy complejo encontrar empleo aceptable. Espero equivocarme. Los amigos estamos para apoyar y ser sinceros, pero dosificando esto último.
¿Qué está pasando ya ante la crisis, que empiezan a sonar mayores de 50 años en el desempleo?, si, son ya varios en mi haber. Una putada pues te pilla en los años de la cotización para la jubilación. Duro donde los haya, pues cada día que vaya pasando será más duro todo. Decenas de currículos, avisos a los amigos, búsqueda de cursillos para ampliar conocimientos, calma y paciencia, mantener un horario estable, buscar contactos, conocer y atesorar información de todo tipo, llevar todo bien apuntado, seguir esperando con más paciencia, dominar la tensión familiar, escuchar, escuchar, escuchar.