Hoy he tenido mañana de andarines, con una docena de amigos que nos vamos a andar por orillas naturales de ríos y veredas. Entre paseo y charrada, queda tiempo para reflexionar y repensar situaciones. Es bueno reencontrarse con uno mismo, saber quien eres o intentarlo, preguntarte e intentar responderte. Cuando se hace esfuerzo para luchar contra el cansancio, se analizan asuntos que siempre están flotando por dentro de nuestros sesos, que buscan salida y no parece que lo tengan fácil. Es parte del precio de la vida.
Si nos comparamos en el espejo de “otros” siempre salimos perdiendo por nuestra capacidad errónea de análisis personal, no tenemos empatía con las situaciones que nos rodean, no nos valoramos
con justicia ni benevolencia, no relativizamos lo que no es fundamental sino circunstancial.Así que igual, la solución pasa…, ¡por querernos más!.
Si, se que hay muchos que se quieren en exceso, pero casi nunca por ser mejores, sino por saber quererse más. Todos los excesos son malos, también los excesos de “nada”. Es malo no saber valorar nuestras propias vidas, no poner en el lugar que se merecen nuestras aptitudes ante cualquier situación.