¿Qué tipo de adultos salen tras una adolescencia excesivamente eterna?


Las divisiones por edad social y casi biológica han cambiando en las últimas décadas en España y con ella en todos los países occidentales. Hoy la niñez dura hasta los 12 años, parece que se acorta o desaparece la pubertad y a lo sumo dura un año y se entra en una adolescencia que dura hasta los casi 30 años en algunos casos. Una barbaridad de la que todos somos responsables.

Ese periodo cruel y crucial en la vida de todas las personas, que llamamos adolescencia y en el que cada ser humano se tiene que encontrar con uno mismo y pelear hasta hacerse asumible y soportable, es eterno. Ya lo era antes así que ahora es tremendo.

Es duro asumirse, estar en esa tierra de nadie en la que ya no se es niño pero todavía no se es adulto e independiente; en el que se esperan cosas de adultos sin dejarle ser libre, y no se le permiten cosas de niño sin tampoco desear el protagonista abandonar esa manera de vida casi inevitable.

Pero curiosamente son los propios jóvenes los que han sabido adaptarse perfectamente a esta situación casi dolorosa e irrevocable, asumiendo como en cualquier selección natural, que como la sociedad no te deja ser adulto con todas las de la ley y derechos, al menos no te van a prohibir comportarte cuando te de la real gana, como niños que tienen que vivir al amparo de sus adultos. 

Dura la adolescencia tantos años porque a los adultos les interesa no tener competencia en la sociedad con otros adultos jóvenes mejor preparados y diferentes, y porque es imposible conseguir trabajos que permitan la independencia económica que haría por propia selección natural que todos tuvieran que optar por lo lógico, ser adultos cuando toca. 

Mientras esto no lo dejemos como estaba hace unas décadas, tendremos problemas sociales de adaptación, no tanto como adolescentes como cuando ya definitivamente tengan que ser adultos, pero con el lastre de unos años excesivos en el anterior periodo vital de la adolescencia.

¿Qué tipo de adultos salen de una adolescencia excesivamente eterna?