En pleno análisis de la reforma de las pensiones y sin haber asumido los cambios por parte de casi nadie, cabe preguntarnos si era inevitable y el mejor camino posible. Lo cierto es que hay una desafección enorme entre la población española y sus
líderes políticos, grave y tensa que se mantiene en el tiempo y que hace que nada de lo que se haga se entienda.Y a la vez es ceirto también, que sin reformas el sistema estaba condenado al fracaso en pocos años.Hay algunos condicionantes que hacen inevitable la decisión de modificar el sistema de pensiones, aunque nos parezca una aberración ordenar que se trabaje hasta los 67 años después de toda una vida dura de labores y sobre todo en puestos de trabajo “de verdad”. Sean trabajos físicos o intelectuales, pero en los que hay que aguantar duro un horario y un sistema poco sensible a veces. Y mientras, teniendo a una juventud mucho mejor preparadas y en el desempleo.
Pero es cierto que NO queremos pagar más impuestos. Que Europa presiona muy fuerte. Que en la actualidad se trabaja menos años y se vive más años. Que hay una cierta cultura de no valorar el puesto de trabajo como un activo que tienen un componente añadido al del sueldo mensual que hay que poner en valor.
Tienen que cambiar muchas cosas en nuestra sociedad sobre todo porque en los últimos años (ojo, hablo de unos 20) nos hemos ido desplazando hacia la improductividad, hacia el asentamiento de que “papa Estado” nos resolverá los problemas a la vez que nos negamos a asumir el valor de los impuesto. Nos hemos asentado y admitimos como normal la corrupción política, el pelotazo, la suerte, el silencio social. Y así es normal que nos utilicen y no seamos capaces de entender nada. No existe empatía entre los que mandan y los que obedecemos, no deseamos entender nada de lo que nos van mandando y reformando, y así es imposible avanzar. Y lo malo es que no veo a corto plazo solución sencilla para una sociedad que debe mejorar.
Y no, no estoy a favor de la reforma de las pensiones, aunque entienda que algunos aspectos eran inevitables. Y creo que los sindicatos no han estado a la altura en estos años. Y creo que esto es sólo el inicio de una serie de reformas sobre todo en el mundo laboral, que resultan lógicas pues es inadmisible que cada vez que tose la economía crezcamos hasta cinco millones de desempleados. Así no se soporta un Estado de bienestar y moderno, es imposible.