Como primera norma básica para la creación de una empresa pequeña, incipiente, de autoempleo, está como ya apuntábamos, la búsqueda de una buena idea con un servicio que sea original para que no tenga excesiva competencia y que se pueda convertir en rentable.
Parece una decisión básica, pero es el fundamento de todo tipo de empresas. Un negocio es simplemente eso, una buena idea, a la que le podemos sacar beneficio con nuestro duro trabajo y nuestra experiencia.
Sin tener claro qué queremos hacer, desde donde partimos, hasta donde queremos llegar, es imposible poner nada en funcionamiento.
Una buena idea es vender hamburguesas en tu barrio haciendo creer al cliente que está cenando en EEUU, pero tras la inversión de 350.000 euros para tener derecho a la franquicia de MacDonalds (sólo el derecho y las máquinas y decoración) tendrás que saber si habrá clientes en tu barrio para hacer rentable el negocio y para recuperar la inversión en como mucho 3-4 años. Bueno, vale, hasta 5 años.
Si no te salen las cuentas de rentabilidad, es una MALA idea aunque nadie se atrevería a decir que los MacDonalds sean una mala idea.
Saber elegir un proyecto es mucho más complicado de lo que parece. Tanto que casi se diría que es LO MÁS COMPLICADO.
Saber elegir un proyecto es mucho más complicado de lo que parece. Tanto que casi se diría que es LO MÁS COMPLICADO.
Hay que tener en cuenta una serie de factores que no siempre calculamos y que son básicos. Muchas de nuestras ideas no resistirán un análisis de rentabilidad mínimo, muchas de ellas ya están saturadas en el mercado, otras requerirán un esfuerzo que no estaremos dispuestos a mantener durante mucho tiempo.
Tener una buena idea supone simplemente, que esta decisión de proyecto sirva para nuestros objetivos, que serán siempre la rentabilidad. Y por eso tal vez una buena idea “en general”, no lo sea en estos tiempos para nosotros, o para nuestra ciudad o barrio, o para este momento en el tiempo. El espacio tiempo de la decisión es muy importante pues modula el tipo de adjetivos que acompañarán a nuestro proyecto.
Todo buen proyecto debe contar además con un buen líder y aquí es donde debemos ajustar la “buena idea” con la “idea posible”.
Un buen empresario es quien no ceja ante las dificultades, quien tiene las ideas claras, quien sabe resolver problemas de una manera rápida y a un coste asumible, quien sabe vender y abrir puertas.
Es decir, un buen proyecto para nosotros lo es sólo, si podemos ejecutarlo y llevarlo a éxito, algo que parece fundamental pero que es lo más complicado de asumir.
Lograr ajustar estos desfases entre lo que queremos y lo que podemos hacer es complicado, pues dependemos de nuestra capacidad de autocrítica. Debemos autoanalizarnos, saber qué somos capaces de hacer, en qué somos buenos, en qué materias tenemos capacidades que otros no tienen.
Y a partir de saber con sinceridad de qué somos capaces, debemos buscar la arista que esté libre en el mercado (fastidiosa palabra) para que nuestro proyecto pueda funcionar. Vamos a necesitar un nicho de trabajo, de servicios, que esté vacío en tu país, en tu ciudad, en tu barrio, en tu calle. Depende del asunto sobre el que queramos trabajar.
Por eso es también muy importante saber encontrar el lugar físico desde donde haremos nuestra actividad. Las hay de calle, de barrio, de ciudad, de país. No es lo mismo una panadería (calle o barrio) que un bar (barrio) o un restaurante o fontanería (barrio o ciudad) que una asesoría laboral (ciudad o país).
Un ejemplo sencillo y que si bien se asienta ahora en una posible panadería como ejemplo sirve para cualquier otro tipo de producto, servicio o tienda comercial.
Si eres un excelente panadero e intentas poner una panadería en tu pueblo de 500 habitantes y ya hay otra panadería lo tendrás crudo y muy complicado. Debes ser mejor que el otro, dar mejor precio y ser más simpático.
Si la quieres montar en tu barrio de 12.000 habitantes y ya hay 5 panaderías deberás analizar el lugar en donde buscas el local, un producto que sea diferente y ser capaz de atraer a clientela que ya compra pan en otro lugar, pues la competencia será mayor aunque también lo sean el número de los posibles clientes.
En el primer caso tendrás como máximo y en teoría unos 250 clientes a un euro de facturación al día, lo que supondrán 7.500 euros al mes. Muy bien pues saldrían las cuentas. Pero necesitas repartirte el pueblo a medias y el otro panadero no te lo pondrá sencillo.
Es decir, puedes ser un excelente panadero, pero el éxito no depende tanto de tu profesionalidad como de saber pelear con la competencia hasta hacerte un hueco en el mercado.
Otra vez el mercado y el saber vender además de hacer muy buen pan, algo que se sobrentiende pues si no debes dejar de pensar en emprender.
¿Eres capaz de soportar la presión de esta pelea a la que nunca has estado acostumbrado, pues nunca has intentado hacerte un hueco en ningún mercado? ¿En qué número de barras de pan vendidas al día es tu negocio rentable?
La anterior es una buena pregunta. Veamos la cuenta al revés para adivinar cuantas barras de pan necesitas vender cada día. ¿Qué gastos fijos tenemos en la panadería?, y aquí es importante buscar un local ajustado de precio para lo que buscamos, teniendo en cuenta que no es lo mismo en un pueblo del ejemplo que en el barrio de la gran ciudad.
Ya tenemos un número de gastos fijos. Veamos ahora el gasto variable que depende del número de barras de pan que vendamos. El gasto fijo será siempre el mismo, vendamos una barra o mil barras al día. El otro cambiará pero se puede analizar si eres profesional.
Con la suma de ambos sabremos cuantas barras tendremos que vender al día. Pongamos que necesitamos 6.000 euros al mes de gastos (2.500 de sueldo bruto, 1.500 de gastos fijos y amortización, 1.000 de local y 1.000 de gastos variables). Luego, necesitamos vender 200 barras cada día.
¿Somos capaces de intentarlo? No lo sabemos pero al menos ya tenemos una meta. Sabemos que para que nuestro negocio funcione su meta es vender 200 barras al día.
Pero incluso sabemos que si vendemos 135 barras al día cubriremos gastos fijos, incluida la seguridad social, aunque no cobremos un sueldo. Ya tenemos más datos para ir apuntando.
Pero si facturamos ayudados con otros productos que no sean barras de pan, como los gastos fijos son siempre casi los mismos y "fijos", tendremos más beneficios a poco que nos quede algo de cada producto ajeno al pan que vendamos (y aquí surge otra posible idea que es la venta a bajo coste para conseguir clientes nuevos, pues podemos vender a coste justo estos productos, pues ya tenemos asegurada la rentabilidad con el pan, y conseguir por ello atraer a clientes por un precio muy competitivo de estos géneros ajenos al pan).
Aunque hay que tener en cuenta que si no vendemos las barras de pan que fabricamos, los gastos variables se convierten en fijos y son mermas que hay que aumentar en los gastos, pues van a la basura.
Y tendremos que añadir SIEMPRE una cantidad fija de “gastos especiales” pues siempre hay sustos, inversiones que no se preveían, asesores, impuestos, festivos que no se vende nada, una avería, etc.
Como es lógico esto que apunto en los párrafos anteriores es muy a “lo bruto” pero es el primer camino para saber si con aquella buena idea que teníamos, somos capaces de hacer una empresa, un autoempleo. Son las primeras pinceladas de algo complejo, pero no tanto como a primera vista nos parece.