Lo cierto es que sin políticos ningún país podría funcionar. Los llamamos con el nombre que nos de la real gana. El anarquismo puro nunca ha existido y no tiene sentido. Y en democracia no debemos caer en el funcionariado político, en dejar en manos de funcionarios los asuntos que nos afectan.
Un político es quien consigue que funcione la recogida de basuras, la policía, las leyes según los momentos.
Aunque sé que gran parte de las críticas son ciertas y asumibles pues en los últimos años la clase política está dejando mucho que desear en España. Sobre todo porque no se sabe explicar lo que se hace y por que unos atacan a los otros para conseguir votos.
Si, lo sé, no me olvido, porque también hay algunos políticos que roban, que aunque sean muy pocos como se refriegan entre todos por los morros del contrario, los ruidos son tremendos. Aunque también sé que hay médicos, empresarios y gentes en todos los oficios que roban.
Los partidos políticos grandes —en todos los países en donde se han enquistado en el poder— se han convertido en máquinas de repartir puestos con mejor o peor orden. Y en no dejar que los militantes de base puedan aspirar al ascenso por méritos.
Los partidos políticos grandes —en todos los países en donde se han enquistado en el poder— se han convertido en máquinas de repartir puestos con mejor o peor orden. Y en no dejar que los militantes de base puedan aspirar al ascenso por méritos.
No hay revitalización y eso es un gran problema que todavía no sabemos bien hasta donde nos puede llevar. Pero que no nos quepa duda a todos —también a los dirigentes que hacen de tapón— que sin políticos estaríamos mucho peor. Depende de nosotros, de todos nosotros.