Son tantos los impulsos que recibimos todos los días, a poco que los busquemos o nos dejemos hacer, que no podemos procesar tanta información y separar la basura de la interesante, excepto que tengamos ya una edad y su capacidad clara de discernir, entre la manipulación y lo limpio cuando menos.
La edad no es garantía de nada que no sea que nos queda menos, pero en teoría ya hemos escuchado de casi todo y deberíamos saber por donde van caminando loas payasos, los ladrones y los jetas de escuela jeta. Así que si nos engañan tenemos menos perdón pues debemos ser capaces de darnos cuenta y elegir.
Pero volvamos al principio, que íbamos a la cantidad de impulsos que recibimos, tantos, que no podemos asumir. Incongruentes la mayoría, contradictorios entre si muchos, manipulados por los emisarios que buscan posicionamientos casi todos. Así lo tenemos complicado para salir indemnes de estas peleas diarias, si queremos entrar en ellas. Por eso casi todos no entran.
Nos vamos quedando cada vez menos —los que escuchamos un número de impulsos informativos muy altos—, y aun así elegimos sabiendo que desechar no es garantía total, aunque si un camino para separar broza de paja y grano. Pero afiliarse a ciertos medios es malo pues te quedas sin colores, sin cristales múltiples aun a costa de así poder limpiar con más facilidad el polvo del grano.
Todos procesos de elección son complejos, pero debemos elegir entre todos a aquellos que nos interesan y montarnos un escaparate plural y de muchos colores, para no quedarnos cojos de opiniones e informaciones diversas. Pero hay que elegir para poder soportar tanta maravillosa información.