Todos los siglos tienen al menos media docena de hechos importantes que marcan el devenir del futuro, que hacen avanzar o retroceder a la sociedad. En el siglo XX fueron desde las dos Guerras Mundiales a la Guerra fía, pasando por la crisis del 29, la Guerra del Vietnam o la caída del Muro de Berlín, sin olvidarnos del cambio en África y el colonialismo o la transformación de Asia.
Para este XXI ya tenemos hechos que han marcado futuro. Desde el ataque a las Torres Gemelas pasando sin duda por la actual situación del Norte de África y sin olvidarnos de la actual crisis económica del mundo occidental. Fijémonos que casi se podría decir que los tres sucesos están sin terminar, sin un final que nos sirva para decir hasta donde nos han afectado. Seguimos sin saber cuanto afectarán al mundo occidental, ni si esta forma de vida social se mantendrá en los finales de este nuevo siglo.
Darse cuenta de los momentos históricos es relativamente sencillo a poco que se preste atención. Pero en cambio es casi imposible lograr modificar su importancia o su devenir. Todos sabemos que lo que está sucediendo es muy importante pero pocos pueden mover algo las situaciones para que esto no suceda o para que suceda de una manera determinada que ayude a sus intereses. Es la historia y su poder casi imposible de dominar.
Se puede señalar que los EEUU puede hacer no se qué o que pueden o incluso deben modificar posturas para logar unos objetivos determinados, pero lo cierto es que cualquier movimiento tiene su contrapoder, su alternativo movimiento como si todo fuera una partida de ajedrez mundial. Nada es sencillo o por casualidad, pues de serlo no es importante ante la historia. Por eso es casi imposible lograr que se muevan las fichas a nuestro gusto, solo a nuestro parecer.
No sabemos como terminará la crisis económica, ni como avanzará el movimiento social de África o de los países emergentes. Por eso es casi imposible modificar a nuestro interés sus efectos, pues desconocemos casi todo.