La España intervenida y las grandes dudas de un PSOE callado

Decía Alfonso Guerra que a esta España no la va a conocer ni la madre que la parió. Creo que era 1984, más o menos. Ahora, más de 25 años después y por obra de Zapatero, va a tener razón Alfonso Guerra.
Las labores políticas que se realizaron en aquellos años nada tienen que ver con estas, ni aquellos con estos aunque les joda. Se partía de una situación interna débil y complicada con poderes fácticos que tiraban hacia el lado contrario de donde se debería caminar, pero con una sensación de que la sociedad participaba y tenía un poder que sin duda, hoy no tiene.
Los últimos cuatro años del Gobierno actual del PSOE serán recordados como los peores durante muchos años, sin contar los que previsiblemente puede construir a su alrededor un Rajoy gris en apariencia pero del que no conocemos ni su sonrisa de verdad y menos sus presuntas soluciones.
No se trata de Zapatero, habrá que decirlo claro de una vez, se trata de los militantes del PSOE que son los que en última voz tienen el poder de hacer cambiar las directrices de su propio partido. Y sí, conozco algo de cómo funciona el PSOE por dentro —duro y cerrado—, sin posibilidad de debate interno, etc. Pero con cuadros suficientes que deberían ser —haber sido— capaces de plantear dudas en el 2006 y soluciones en el 2008. Hoy lo que deberían plantear son dimisiones en cadena.
La historia se acordará de un PSOE inmóvil, no de un Zapatero incapaz de resolver los problemas.
Hoy Ángela Merkel gobierna también en una España dominada por sus fantasmas; y acabada nuestra independencia sólo nos queda pedir perdón y ponernos a llorar. ¿En serio que uno de los pocos gobiernos socialdemócratas de Europa no es capaz de ofrecer soluciones diferentes a las que le indican desde Alemania los partidos conservadores? Si es así, no sé para qué tengo que votar en España a un PSOE desaparecido. Lo lógico sería acercarme hasta Hamburgo o Kiel y votar a los partidos alemanes, o reconocer que nuestra democracia no existe pues estamos intervenidos y nos han dado un Golpe de Estado europeo y legal, o al menos admitido. Si el PSOE admite esta situación, mal nos va. Si no se explica muy bien, peor.
Hablamos de cambio de ruedas o de pegatinas de 110. Hablamos más de esos cartelitos que de las Cajas de Ahorro o del desempleo. No nos planteamos que igual nos viene grande el disfraz de gerente y hay que dejar el paso a otro. No sucede nunca nada si uno se tiene que ir a casa, para descansar. Y no volver. En las primeras décadas de la democracia en España se dimitía cuando las presiones hacia el Presidente de Gobierno eran en la calle muy fuertes. ¿Y ahora, con la desafección que hay no lo son?, ¿se leen los informes del CIS?
Pensar que igual se pueden revolver y voltear los sondeos es tanto como llamar tontos a los ciudadanos que opinan en ellos, que en teoría —si los hacen bien y por profesionales— somos todos. Y no, yo al menos no me considero tonto del todo. ¿Y tú querido lector o lectora?