Cuando queda poco tiempo para dejar el gobierno de algo, es un buen momento para tomar decisiones imposibles, de esas que siempre hubieras deseado tomar pero que sabes que te granjearían un gran desgaste político.
Por ejemplo prohibir los toros. Por ejemplo alargar la edad de jubilación. Por ejemplo subir los impuestos o introducir los copagos a ciertos servicios.
Puede ser la locura de quien se sabe ya fuera del sistema, del poder, pero también la cordura de quien entiende positivo ciertas medidas y que resultan imposibles de tomar en periodos normales.
Hay dos momentos en la carrera del político que asume el poder, cruciales para cierto tipo de medidas.
Nada más tomar posesión del cargo y pocos meses antes de irte.
Son dos ocasiones que nadie desaprovecha para marcar territorio político, aunque con diverso acierto y responsabilidad. Pero a la vez son dos momentos críticos para equivocarse o acertar. Depende del tipo de personaje que ostente el poder.
Ahora estamos dentro de uno de esos momentos. Observaremos.