Día de reuniones y de vernos las caras, día de compartir y revisar. Día diferente al final. Necesitamos tener actividades distintas a las habituales para compensar pero sobre todo para valorar todas, las normales y las otras.
Estamos en plena campaña preelectoral. Surgen las dudas, a veces las divergencias, muchas otras la falta de economías y los ajustes, el no saber si lo estás haciendo bien o regular. Pero es lo que tiene laborar por la política, en la política. Hablaba yo de lo mal que lo estamos haciendo todos los que nos dedicamos a la gestión pública, lo mal considerados que estamos y lo poco que reconocemos nuestra parte de culpa. La sociedad huye de todo que huele a política y parte de culpa la tenemos nosotros. Decía un amigo que no hay posibilidad democrática sin política y es cierto ¿y qué?, hay posibilidad de no tener política y eso debería bastarnos para tener reparos, miedos. Si les preguntáramos a los españoles, a todos y todos respondieran, la sorpresa sería que mucho de ellos no desearían tener políticos aunque sí política, sí democracia. Y en cambio es imposible separar una de otra.
Los políticos de base somos los que tenemos gran parte de culpa, por dejar hacer, por no saber elegir, por participar y no romper la baraja, pues nuestros silencios son siempre cuando menos asentimiento. Pero efectivamente, los que ni tan siquiera participan desde dentro de la política tienen la responsabilidad de dejar hacer a los otros. Es un peligro, os lo juro.