Comprar es algo más que poseer, es también sentirte capaz y asombrosamente rico. Y es algo que en alguna medida todos necesitamos. De hecho el éxito de las tiendas “todo a 100” es precisamente la de recuperar para el consumo y la compra a las economías débiles o a las personas de ingresos medios pero de gasto compulsivo.
Necesitamos sentir que lo que existe a nuestro alrededor también es posible tenerlo, poseerlo, pues si no es así nos sentiremos mal aunque lo intentemos. No será posible saltarnos del consumismo más que con una herramienta muy sencilla. Poseer cosas que no tengan precio. Pero al fin y al cabo es consumir.
Libertad, sol, naturaleza, silencio, tranquilidad, literatura, arte, compañía. Son también posesiones complicadas de poseer aunque no tengan precio. Podemos ser compulsivos consumidores de libertad, de sol, de agua, necesitar sentir bajo nuestros pies le hierba o las piedras, disfrutar del espacio vacío o de unas líneas de color sobre un lienzo. Es un vicio también, maravilloso vicio para quien disfrute de él. Como todos los vicios.
Comprar tranquilidad también es poseer y sentirse rico.