No tiene ningún sentido lógico ni de respeto al trabajo artístico, que una obra, una película en este caso, que el director concibió y dirigió y montó para cinco horas y media, se presente en las pantallas de cine con un montaje inferior a las tres horas, suprimiendo y cortando, remontando lo que es una historia larga, para adaptarla a lo que es más lógico en unas pantallas de cine comercial.
Carlos, la historia del terrorista más buscado en la década de los 80, la película que se presentó en el último Festival de Cannes, sigue siendo una película atractiva, pero ha perdido gran parte del sentido histórico, que le imprimió el director, en aras de hacerla más comercial. No es muy entendible que se hubieran buscado otras alternativas. Desde presentarla para las salas comerciales en dos películas como quien hace dos tomos diferentes y con unas semanas de desfase entre una y otra; o bien haber presentado las dos opciones, la corta de 165 minutos y la larga de 330 minutos, para que los espectadores pudieran elegir.
Olivier Assayas ha dirigido con éxito un intento muy interesante de hacer una gran obra que nos enseña una gran recopilación de la vida terrorista de Ilich Ramírez Sánchez “Carlos” o “Chacal”.