Tengo a un asesino más de una semana pendiente de matar, y eso no está bien, pues se me puede cabrear y lo que podría ser peor, olvidar de sus objetivos beneficiosos para mi novela.
Lo malo de parar una novela es que a veces se te va olvidando la trama y hay que volver a releer lo escrito para no cometer muchos errores. Los personajes van cobrando vida y no les sienta nada bien quedar unas semanas en el congelador esperando a que te venga bien seguir dándoles vida. Así que me he propuesto seguir con mi novela de San Nicolás y los muertos que además de robar cometían algo peor, no tenían ni puñetera idea de lo que estaban haciendo. A veces asesinar o robar no es lo peor de una historia, muchas veces lo que se esconde dentro de las intenciones es peor que los hechos tontos que se nos enseñan en las primeras lecturas.
Tudi que es el personaje que busca culpables con la intención de ganar unos dineros descubriendo tesoros, es en realidad un hombre que disfruta desenredando madejas viejas. Y como goza del mal ajeno y de sus entrañas, no debemos dejarlo en el olvido y por ello continuar su caminar. Sin el escritor, los personajes no son nada. Sin los personajes, el escritor tampoco es nada.