El título es una verdad tremenda, pero nos la callamos para seguir siendo felices. La vida es un camino de rosas, por lo que pincha cogerlo con la mano si no llevas guantes.
Pero disimulamos para hacer el camino más soportable. Y disimulamos tan bien, que incluso logramos ser felices.
O aparentarlo.
Mientras crecen todavía más las dudas que me terminan de inundar, seguiré disimulando como si no me hubiera dado cuenta de lo que me espera.
Incluso a veces, uno mismo parece y se cree maravilloso, por mucho que me a mí también me gustaría modificarme.
Sigo ciego ante mi propia vida y tal vez eso me sirve para ser algo más feliz. Los que no quieren darse cuenta de las realidades son más felices.
O no.
Mientras tanto intentaré ver más y mejor con mi ojo enfermo, que es lo que me recomiendan los que no entienden de mi vida.
Ningún cuerpo muere virgen, la vida nos jode a todos.