Escribir es a veces inventarse vidas,
crear personajes para que se muevan por uno mismo,
imaginar historias imposibles
que uno no se atrevería nunca a vivir.
Escribir es sentirse un pequeño dios,
por dar vida con las letras que se imagina
a seres que realmente los forma
quien lee dentro de su propia vida.
Sin los lectores,
sin los cómplices necesarios,
las historias escritas
no están nunca terminadas.