Si los periodistas de la caverna insisten en que los indignados de Barcelona son los culpables de que la policía jugara a pegar; es una prueba más de que los indignados y acampados en la Plaza de Cataluña o la Puerta del Sol, tienen razón.
Estos procesos son de momento el último signo de que estamos enfermando de mala baba, de virus que contagian una serie de señores que con grave voz y mucha mala leche escondida, intentan incendiar España. Curiosamente algunos de ellos militaron de jóvenes en partidos comunistas o de extrema izquierda, lo que los convierte en resabiados o en redentores de la nada. Ahora venden extrema derecha, simplemente para vénganse de no sabemos bien qué.
El ambiente está enrarecido con un movimiento en la izquierda que preocupa por su delicado estado de salud, una derecha rancia que está amulagada y una derecha normal que no tiene ni músculo ni capacidad para movilizar con la razón a sus votantes. Se vota en clave de PP por estar en contra del PSOE, más que por estar a favor del PP de Rajoy.
¿Ustedes se imaginan qué resultados hubiera obtenido el PP si el señor Aznar fuera quien ahora dirigiera el cotarro popular? Miedo da que Rajoy dimita por un cólico bilioso, oiga.
El PP ha ganado con todas las razones que ha ido perdiendo el PSOE, pero con ninguna de cosecha propia, lo cual es triste y doloroso a la vez que frágil. España necesitaría a gentes nuevas, con ganas e ideas nuevas, con potencia para atraer a desafectados de la política, con posibilidades de construir y no de destruir. Nunca se sabe, pues al llegar a los gobiernos a todos les entra la responsabilidad de saber que algo deben hacer para mantenerse.