Las personas se unen para hablar,
debatir imposibles,
soñar,
mirar al cielo y temblar,
creer que es posible volar.
Las personas se acoplan sin mirar,
gritando en silencio,
jugando a ser adultos,
rompedores de imposibles,
soñadores de su escritura.
La historia les contempla asombrada,
pues esta vez nadie le ha dicho
que se prepare para abrir página nueva.
No es una revolución,
es una evolución casi imposible,
un sueño del que habrá que despertar para recoger trigo.