Escucho muchas más veces en las entrevistas de testimonios “conocí al padre de mi hijo”, que un simple y sencillo “conocí a mi marido”. Sirve para varones y féminas por igual.
Si lo habitual es ya divorciarse de alguien, lo más normal todavía sería no casarse y en consecuencia no tener hijos, incluso no tener pareja, no entablar amistad con nadie, vivir solo y a ser posible asqueado, y olvidarnos de que los demás, igual, son seres normales.
Me cuesta creer, pensar, intuir, que nos juntamos para luego separarnos. Luego si nos unimos para convivir, debemos reconocer que somos imbéciles, pues el número de equivocaciones es brutal.