El presidente de México, Felipe Calderón tiene por delante un gran país pero también un enorme trabajo para calmar la violencia del crimen organizado que en realidad es terrorismo contra el Estado, contra la población, contra su sociedad.
La violencia relacionada con la acción del crimen terrorista organizado se ha cobrado en México la vida de más de 40.000 personas desde diciembre de 2006, según ofrecen cifras oficiales del gobierno de México. ¿Se imaginan estas cifras en cualquier país de Europa? En España el terrorismo de ETA se ha cobrado la vida de 900 personas en 35 años desde 1975. Toda comparación es odiosa, pero el drama de México tiene un tamaño inentendible.
Ayer un ataque terrorista contra un Casino en Monterrey causó 52 muertos de momento, pues hay varias personas muy graves. La situación es de tal tamaño que la obligación del gobierno de México es actuar con total contundencia y sabiendo que es su primer problema por encima de todos los demás. La violencia es un lastre que impide que México se desarrolle y lo que es peor, tenga una imagen de seriedad ante el resto del mundo.
"Esta tragedia reclama una respuesta contundente y unificada de todos los mexicanos", ha señalado Felipe Calderón, Presidente de México, quien pidió a la ciudadanía denunciar a los criminales, aunque sea de manera anónima, y no claudicar ante el desafío de la delincuencia. En unas imágenes del ataque terrorista en Monterrey se ve a un grupo de entre 8 y 9 sicarios que llegan al casino en dos camionetas y dos automóviles, y rápidamente sacan tres garrafones con combustible, incendian el establecimiento y se fugan. No es un acto terrorista sin organizar, sino un grupo potente que no puede existir en el México del siglo XXI.