Dalí convence, ayuda a soñar, a creer que otros mundos son posibles, que se llevan en el interior y a veces salen o a veces nunca son divisados por nadie ajeno a quien es el dueño de sus sueños.
Dalí está siendo ahora disfrutado en Moscú; amantes también de los sueños. Imaginó un mundo del que poderse reír, y casi lo consigue. Tal vez le tocó vivir unos años maravillosos en París pero luego otros menos fáciles para la creación en un mundo que iba cambiando hacia la normalidad y la dureza.
Dalí sigue vivo, sus obras trascienden la vida buscando en el encuentro a gentes del futuro que nunca hubiera imaginado el creador que existirían. Los genios nunca mueren, solo se trasforman en pasado.