La depresión, como enfermedad diagnosticada y tratada —no como síntomas o estados de ánimo en depresiones leves—, es una enfermedad muy puñetera. Quien la padece, sobre todo en las primeras semanas, se sorprende de las recaídas, de sus altibajos. Es muy normal mejorar, encontrarte bien, estar mucho más animado y de repente, sin motivo aparente, volver a caer, hundirte sin motivo, sin poder explicar los por qué de esas caídas.
Hay que asumir las recaídas, los altibajos.
Tras cada caída vuelve a los pocos días la situación anterior, nos volvemos a recuperar y gozamos otra vez de la sensación más normal; recuperados y casi felices. Hay que acostumbrarse a estas recaídas, a estos altibajos en el proceso de depresión. Hay que conocerse bien, es importante esto, y saber asumir que aunque nos sintamos bien, es posible que tengamos recaídas y en algún momento volvamos a hundirnos. En la misma medida en que nos hundiremos debemos saber que a los pocos días volveremos a levantar el ánimo, volveremos a la situación normal.
Un último consejo. Nunca hay que dejar la medicación sin control médico. Se puede dejar la medicación, si, pero cuando los profesionales lo indiquen y de una forma controlada. Los efectos rebote son muy malos para la curación total. Y de todas las formas, si tenemos que estar muchos años tomando una medicación, es simplemente por que se ha convertido en crónica la situación, algo que les sucede a millones de pacientes de cientos de enfermedades distintas en todo el mundo.